La magia de los Acantilados de Moher en Irlanda

Desde que aterricé en el Aeropuerto de Dublín, Irlanda, un 23 de Enero de 2017, por una pequeña escapada laboral, tenía clavada la espinita de no haber podido visitar aquellos lugares que me recibieron en los pasillos del aeropuerto. Unas inmensas imágenes de lugares de ensueño donde predominaba la naturaleza en su verde inmensidad.

Esta vez, no estaban esas increíbles imágenes, sino que había publicidad de un coche de Škoda. Pero pensé: «Claro, no me reciben porque esta vez las voy a ver y sentir.» Y sonreí.

Mi primera escapada fuera de la capital, la que hoy os contaré, fue a Cliffs of Moher. Como lo de conducir por el lado contrario no es lo mío e iba a ir sola, me cogí un tour con Extreme Ireland, a través de la página web de Viator.

Subimos a un autobús, esta vez he de decir que no muy cómodo y recorrimos las 4 horas que separan Dublín de los acantilados. Entre cabezadas, iba pidiendo que el cielo aguantara y no lloviera o que no hubiera niebla para poder disfrutar de las vistas y de la fotografía.

Llegamos al Punto de Información y surge la primera duda. Este punto queda como a mitad de los 8 km de extensión de los acantilados (Cliffs of Moher Coastal Walk) y sólo nos dejaron 1h 30min para caminar libremente por allí, con lo que has de elegir: Ir hacia la derecha donde está O’Brien’s Tower o ir hacia la izquierda dirección Hag’s Head.

El conductor/guía, nos recomendó ir hacia la izquierda y seguí su consejo.

Me fui acercando con muchas ansias y mi cámara en mano. Cuando la respiración se me cortó al ver la caída de 200m de los acantilados de Moher, lo primero que pensé fue: «No hay niebla!» jejejejeje y seguidamente lo afortunada que era de que no lloviera. Y aunque estaba nublado, esas nubes le daban un toque místico y de contraste al verde intenso, a las rocas oscuras y a las bravas olas.

Esta es la primera visión que tuve de los acantilados:

Cliffs of Moher, Irlanda

Sin palabras.

A pocos pasos de iniciar el paseo, ves que hay gente que va por fuera del camino delimitado por grandes placas de piedra. Así que ni corta ni perezosa, cuando vi un pequeño hueco por el que pasar, fui para el camino que sin protección queda bordeando los acantilados. Siempre con cuidado porque sopla bastante el viento y hay zonas dónde está embarrado y podrías resbalar. Un pequeño toque de aventura a la experiencia.

Cliffs of Moher, Irlanda

No pude evitar volver a sonreír al ver la perspectiva desde ahí.

En cierto punto me tomé unos minutos para sentarme, respirar hondo y disfrutar de las vistas. Aproveché para cambiar un ratito el objetivo de la cámara Nikon a Tele para capturar más de cerca Branaunmore Sea Stack, una columna de piedra vertical que el Océano Atlántico fue erosionando del acantilado.

Seguí caminando un poco más, pero no podía llegar hasta el final por falta de tiempo.

Cliffs of Moher, Acantilados de Moher

Elegí un punto de retorno y volví hacia el Punto de Información. Todavía quedaban unos 10 min para volver al autobús. Otra decisión que tomar: ¿Veo las tiendas de souvenirs o sigo un poquito más? Esta fue fácil 🙂 No he venido hasta aquí para perderme las vistas desde la Torre! Así que a paso ligero me acerqué hasta la torre donde un grupo de turistas cantaban «a capella» y pude ver el otro punto de vista y parte de los acantilados también hermosos que quedan más al norte.

¿Os imagináis que me pierdo esto?

No me lo habría perdonado!

Me supo muy mal no poder pasear más por allí. Volver a respirar hondo para que quedase grabado en mi mente y corazón ese instante. Esa magia de los acantilados de Moher que a pesar de su drástico corte transmiten algo de paz.

Pero no era cuestión de quedarme tirada ahí, así que volví corriendo al punto de encuentro. No sin antes pararme a fotografiar este precioso cuervo que parecía decirme: Te equivocas de dirección, los acantilados de Moher están por ahí!

Cuervos en los Acantilados de Moher, Irlanda

No fui la última en volver al autobús por suerte jejejejeje. Seguimos el tour, que nos llevó por «The Burren«. Literalmente significa «Lugar pedregoso» y  me trasladó automaticamente a la volcánica Islandia.

The Burren, Irlanda

Aquí sólo estuvimos 20 minutos para poder sacar un par de fotos y demelenarnos con el viento.

Finalmente, para acabar el día, nos llevaron a Galway a dar un pequeño paseo por sus calles auténticas. Tuvimos 1 hora justa y no da tiempo para mucho. Te da una pincelada de la ciudad y su ambiente bohemio, con sus pubs, cafés, tiendas de música, librerías y joyerías con sus famosos anillos «Claddagh».

Ahora ya de vuelta prefiero no pensar en los rincones que me perdí por ir tan deprisa ese día. Pero es una buena excusa para volver con más tiempo y dedicar un día entero en los acantilados.


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2 comentarios en «La magia de los Acantilados de Moher en Irlanda»

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