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Gracias al buen e inusual tiempo de este mes de febrero, hemos aprovechado un sábado para ir, con la calma, a descubrir la comarca de Berguedá, al norte de la provincia de Barcelona. Puede que de primeras no te suene mucho, pero y ¿si te hablo del Pedraforca? o ¿La Patum de Berga? Seguro que ahora te sonará un poquito más.
Hay tanto por ver, que en un día es imposible verlo todo, pero teníamos un objetivo claro y el resto fue surgiendo sobre la marcha.
Salt del Gorg en Berguedà
Nuestra primera parada fue el punto más lejano de la escapada y nuestro objetivo principal: la impresionante cascada del «Salt del Gorg» en el Mergançol, afluente del río Llobregat.
Dejamos el coche en un parking de Borredá que queda a la izquierda de la C-26 dirección Ripoll. Desde ahí, has de caminar un poquito por la carretera hasta que ves a la derecha una señal que te indica el Gorg. La primera parte del camino tiene muchas raíces pero es asumible. Seguidamente encontrarás otro desvío a la derecha con una nueva señal hacia el Gorg y finalmente unas escaleras te dejan a los pies de la poza, frente a la cascada de unos 20 metros. Se tarda unos 5-10 minutos de bajada y lo mismo de subida.
La cascada lucía repleta tras las lluvias y la puedes ver desde varios puntos de vista.
La anécdota aquí fue que sin querer, ambas nos mojamos los pies, botas incluidas, al cruzar por las piedras al otro lado de la riera. Aún está muy muy fría para darse un chapuzón pero algún valiente hay que se atreve.
Tras disfrutar del rincón a solas durante una media hora, cuando empezó a llegar más gente, nos fuimos a la siguiente parada. No sin antes aprovechar y tomar el desvío a la derecha que te lleva a la propiedad privada del Molí del Xic para hacer alguna foto. Pero no había tanto que ver allí.
Embalse de la Baells
De camino a Berga, por la carretera, vimos un parking a la izquierda que quedaba al lado del Embalse la Baells. Aún no era la hora de comer y decidimos pararnos allí un ratito para ver las vistas. La presa que da pie a este embalse en el municipio de Serchs, se construyó en 1976.
Aquí se puede practicar vela, esquí acuático, kayak, etc.
Estuvimos un rato sentadas escuchando el sonido tranquilo del agua al chocar con las rocas en la orilla. Muy relajante.
A la hora de comer fuimos a Berga. Pudimos aparcar sin problemas en la Gran Vía y de ahí fuimos a buscar un restaurante. Muchos sitios estaban ya reservados por ser carnavales, no lo pensamos con tiempo. Pero aún así, pudimos dar un paseo por el centro y encontrar una mesa para comer en el Passeig de la Indústria donde estaba el Mercadillo.
Pont de Pedret
Finalmente, teníamos dos opciones: ir al Santuario de Queralt o ir al Pont de Pedret. Optamos por éste último y la verdad es que es una maravilla. Se trata de un puente medieval sobre el río Llobregat.
Si paseas por debajo del puente, por las rocas que tiene debajo, verás muchos agujeros que parecen colocados estratégicamente. Se ve que son agujeros realizados por el hombre para sustentar vigas de madera que a su vez sustentaban el puente de madera de la época románica. Los agujeros ubicados en otras zonas se cree que pertenecieron a un molino antiguo de harina que había.
Un día completo conociendo nuevos rincones de Cataluña!!
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